Una vela difícil de encender
Fermín desganado
y cansado, se acercó a la reunión y se sentó junto a su familia.
-Es muy fácil papi. Ven, siéntate con nosotros, escuchá lo que digo
y déjate llevar.
-Me
parece que está por llover niños, ¿por qué no lo dejamos para
otro momento?
-No papi, queremos hacerlo ahora, la lluvia nos va a esperar. Cerrá los ojos. Apoyá tus manos en el pasto, no pienses en nada y repetí
para tus adentros: "Madre tierra por favor, llévate nuestros miedos
y nuestro cansancio. Déjanos limpios para que la lucecita se
despierte dentro nuestro y nos conecte con todo el universo".
-Basta niños, estoy muy incómodo.
Terminemos con estas tonterías y no me hagan perder tiempo que estoy
muy cansado.
-Espera
papi, tienes que probarlo.
-No tengo
tiempo para perder. Jueguen entre ustedes que esto es cosa de niños.
Me voy a descansar.
Un fuerte trueno
rompió el silencio de la mañana mientras comenzaron a caer las
primeras gotas.
-Mama, ¿por qué papá no pudo sentir la lucecita? -preguntó con tristeza la niña.
-No lo
sé pequeña. Démosle tiempo, ya la va a sentir.
-¡Está lloviendo! -exclamó Jacinto mirando hacia el cielo.
-Entremos niños.
–Me encanta la lluvia, me quiero quedar un ratito más.
-No,
no, no, todos adentro que se viene una fuerte tormenta.
Continuará...