Capítulo 7

Una vela difícil de encender


Fermín desganado y cansado, se acercó a la reunión y se sentó junto a su familia.
-Es muy fácil papi. Ven, siéntate con nosotros, escuchá lo que digo y déjate llevar.
-Me parece que está por llover niños, ¿por qué no lo dejamos para otro momento?
-No papi, queremos hacerlo ahora, la lluvia nos va a esperar. Cerrá los ojos. Apoyá tus manos en el pasto, no pienses en nada y repetí para tus adentros: "Madre tierra por favor, llévate nuestros miedos y nuestro cansancio. Déjanos limpios para que la lucecita se despierte dentro nuestro y nos conecte con todo el universo".

-Basta niños, estoy muy incómodo. Terminemos con estas tonterías y no me hagan perder tiempo que estoy muy cansado.
-Espera papi, tienes que probarlo.
-No tengo tiempo para perder. Jueguen entre ustedes que esto es cosa de niños. Me voy a descansar.
Un fuerte trueno rompió el silencio de la mañana mientras comenzaron a caer las primeras gotas.
-Mama, ¿por qué papá no pudo sentir la lucecita? -preguntó con tristeza la niña.
-No lo sé pequeña. Démosle tiempo, ya la va a sentir.
-¡Está lloviendo! -exclamó Jacinto mirando hacia el cielo.
-Entremos niños.
–Me encanta la lluvia, me quiero quedar un ratito más.
-No, no, no, todos adentro que se viene una fuerte tormenta. 

Continuará...